Año 2017: he vuelto a darle una oportunidad a Spotify. Si, ya sé que a estas alturas de la historia puede parecer que vivo en el cretácico si aun no uso la aplicación online para escuchar música por excelencia. Pero lo cierto es que Spotify nunca me ha llamado mucho la atención, y ahora creo que sé el motivo. Pienso que la mayoría de la gente usa Spotify y, en general cualquier aplicación de reproducción, para escuchar música de fondo mientras realizan otras actividades. Yo siempre he sido incapaz de concentrarme en serio en cualquier actividad si de fondo hay música. Cuando me pongo a escuchar música me gusta concentrarme en los detalles, en la ejecución, en las sensaciones. Que nadie me mal interprete: yo no tengo ni idea de solfeo ni de música en general, pero si tengo idea de lo que es bueno o de lo que no lo es; de lo que me llega al alma o de lo que está hecho para simplemente para vender. De cuando un artista hace música o por el contrario es sólo un producto de marketing para vender discos. Con esto no quiero decir que mi forma de consumir música sea mejor o peor que la de cualquier persona. De hecho envidio en cierta forma a esa gente que escucha «cualquier cosa». Yo sólo admito a un pequeño grupo de artistas y estilos, y aborrezco al resto. Que le vamos a hacer.