Hacía varios años que no caía en las redes de Cupido. Siempre he sido muy enamoradizo, así que podría decir que sé bien de que va esto. Recuerdo, por ejemplo, a Patricia, Lourdes, Alicia y Laura; y todas ellas amores imposibles de antes de cumplir los 14 años. Así que ya ves de qué hablo. El proceso en mi caso es muy sencillo: me enamoro locamente de una chica a la que conozco de hace poco tiempo (o incluso sólo de vista), ella no me hace caso, sufro y poco a poco me desengancho de ella, sobre todo porque no me queda otra.
Con los años y la experiencia he podido prever y evitar algunos de estos episodios. Con la edad uno se autoinmuniza contra estas cosas. Pero a veces no puedo evitarlo: simplemente pasa. Y puedo asegurar que no me gusta nada, ya que sé lo que viene a continuación: nerviosismo, falta de concentración, estrés… lo que viene a ser tener el «corazón partio».
Sin embargo también tiene su lado positivo. Con el tiempo aprendí que estas etapas me llenan de una mayor sensibilidad y creatividad. Me hubiera gustado tener el don de la música o del dibujo para expresarme, pero siempre me ha resultado más fácil usar la pluma. Con las letras he podido decir lo que sentía, sacar fuera lo que me comía por dentro. Les he dedicado poesía, relatos cortos, ensayos, reflexiones y hasta guiones cinematográficos. ¿Lo valorará alguna vez alguien o utilizarán mis escritos para envolver mi arrancado corazón y tirarlo al suelo para pisotearlo?
En los próximos días entregaré una carta de despedida. Ya veremos que pasa.