Elaine

6 de mayo de 2005 – 00:35 h.

Elaine no era mi alumna más guapa. De hecho ni siquiera llamaba mucho la atención. Elaine era pequeña y delegada. Tenía la piel blanca, el pelo largo y liso de un color castaño claro casi rubio. Si la mirabas de perfil veías su pequeña nariz ligeramente aguileña y si la mirabas de frente te deleitabas con sus preciosos ojos verdes y con su sonrisa que te regalaba siempre que la miraras fijamente a los ojos.

Elaine era nerviosa, inteligente y joven. Cuando la conocí aun no había alcanzado los 18 años. Era una más de mi clase.

Elaine siempre se sentaba en mismo sitio. Es fácil recordarla con su pelo recogido, sus gafas que constantemente se quitaba y copiando todo lo que yo decía con su bolígrafo de propaganda.

Un día dijo algo, apenas ya lo recuerdo. Pensé en mis fantasías que quizás se refería a mí. Más tarde me pareció oír otra cosa, y casi sin sentirlo empecé a mirarla de otra forma. Elaine se soltó el pelo y cuando le explicaba no podía evitar mirarla con fuego directamente a sus ojos verdes, dejándome prendado cada vez que me devolvía mi sonrisa.

Y ese día Elaine se convirtió para mí en la más guapa de mis alumnas.

Pasó el tiempo y otro alumno mío comenzó a rondar a Elaine. A mi me dolía, me quemaba, pero sabía que ese amor no me correspondía ni lo haría jamás, pero ¿porqué no poder vivirlo desde mi distancia? A pesar de ello le seguía guardando mis mejores palabras y miradas.

Soy amigo de mis alumnos y ayer me preguntaron en clase por mi correo electrónico y teléfono. Sin dudarlo los escribí en la pizarra. Sabía que aquello podría ser una prueba y no pude evitar pasar por al lado de Elaine y mirar su papel. Ella no lo había copiado.

Las cosas se mueven, cambian de sitio y al final todo vuelve a ser como antes. Bueno, todo no, casi todo. Siempre queda algo.

Pravum est cor omnium, et inscrutabile; Quis cognoscet illud?
El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y desesperado. ¿Quién puede conocerlo?