Caemos por un pasado que no nos permitió conocernos.
Me miras al salir por la puerta, intuyendo lo que siento,
pero no estamos dispuestos a expresar nuestro tormento.
Caemos por la caprichosa espiral del tiempo, que nos hizo cruzarnos cuando ya era tarde.
Pertenecemos a otras almas, y ya no podemos compartir nuestro tiempo.
Sólo nos quedan las miradas. Las sonrisas.
Y a ti la certeza de tenerme prisionero.
Dichoso tiempo.